Las distorsiones cognitivas moldean la realidad. ¿Tienes que creerte todo lo que pasa por tu mente? ¿Todos tus pensamientos son ciertos? ¿Qué te puedes creer y qué no? Como ves, estas preguntas son bastante complicadas de responder. Por eso en el blog de hoy te voy a hablar sobre las distorsiones cognitivas, sobre un psicólogo llamado Aaron Beck y cómo pueden influir estas distorsiones en tu vida cotidiana.

Beck y la terapia cognitiva

Aaron Beck era un psiquiatra estadounidense, muy reconocido en el mundo de la psicología cognitiva. Según narra, tanto su madre como él sufrió depresión, lo que le llevó a investigar este trastorno psicológico.

Aunque inicialmente su orientación era psicoanalítica, acabó inclinándose por la evidencia empírica. Sus estudios sobre la depresión, con un enfoque cognitivo, le llevaron a crear una clínica especializada en la Universidad de Pensilvania.

El origen de las distorsiones cognitivas

En estos estudios, Beck, llegó a la conclusión de que los pacientes con depresión daban completa verosimilitud a los pensamientos negativos que tenían sobre sí mismos o sobre los demás.

Era un patrón que se repetía y que condicionaba el éxito de la terapia. Para poder conseguir la mejoría de estos pacientes, planteó que era necesario poner sobre la mesa el contenido de estos pensamientos negativos y someterlos a análisis.

De esta forma, el paciente, tenía la posibilidad de darle una vuelta a sus pensamientos para ver si eran ciertos o no. Siguiendo este camino acabó creando la terapia cognitiva de Beck, que a día de hoy sigue usándose.

Debido a sus investigaciones, Beck, estableció el término “distorsión cognitiva” (1963) que básicamente son errores de procesamiento de información que cometemos y que nos provoca malestar emocional.

Tienes que entender que una gran parte de tus pensamientos son automáticos, por lo que no es buena idea creérselos a pies juntillas.

Las distorsiones cognitivas más comunes y cómo moldean la realidad

El pensamiento dicotómico. Esta distorsión se puede resumir en “todo o nada”. Debido a este pensamiento de extremos, se hace muy complicado para la persona poder relativizar.

• Si no soy el primero, soy un fracaso.
• Si mi pareja y yo discutimos, ya no me ama.
• Si no me invitaron a la boda, nadie me quiere.

Inferencia arbitraria. Esto sucede cuando la persona solo se centra en uno de los aspectos de la realidad siendo este negativo (no tiene por qué serlo necesariamente), lo magnifica y obvia los aspectos positivos. Hay que tener en cuenta que la persona saca conclusiones sin tener ninguna evidencia que lo respalde.

• Envío un WhatsApp a un amigo y este tarda un tiempo en contestarlo. Puedo entender que no me ha respondido porque está enfadado conmigo y ya no quiere tener más contacto conmigo.
• Entregas un trabajo a tu jefe y este no te da la enhorabuena. Puedo entender que si no me felicita por mi trabajo es porque está mal hecho y me va a despedir.

Sobregeneralización. Sacar conclusiones generales a partir de alguna experiencia que lo demuestre. Hay que tener en cuenta que esa experiencia es insuficiente para sacar esas conclusiones.

• Se me ha quemado el guiso, nunca podré cocinar bien
• Suspendí un examen, nunca podré graduarme.

Magnificación. Sucede cuando una persona exagera el significado o la importancia de un suceso negativo.

• He discutido con Paula, siempre voy a tener problemas con mis amigas.
• Le dije de salir juntos y me ha rechazado, nunca voy a salir con nadie.

Lectura de mente. Suele ser una distorsión muy frecuente. Sin tener ninguna prueba de ello, llego a la conclusión de que otra persona está pensando negativamente sobre mí.

• Mi madre piensa que soy un inútil, aunque nunca me lo haya dicho.

A ese profesor le caigo mal, aunque nunca me haya dicho nada.

Y esto, ¿cómo me influye?

Ten en cuenta que todo el mundo tiene distorsiones cognitivas pero no a todos nos moldea la realidad. Hay personas a los que les afecta más debido a que estos errores de procesamiento son demasiado frecuentes o intensos. Suelen estar muy relacionados con trastornos como la depresión y la ansiedad.

La realidad se configura con tus creencias y formas de pensar, que va a determinar el modo en que te relacionas con él.

¿Se puede hacer algo?

Si has identificado algunos de estos patrones de pensamiento, quiero que sepas que pueden ser tratados en terapia. Los pasos que se llevan a cabo son los siguientes:

• Inicialmente, el psicólogo, hace una tarea de psicoeducación, explicando en qué consisten las distorsiones cognitivas y cómo están influyendo en su salud emocional y en su relación con el mundo.
• El siguiente paso es identificar aquellos errores de procesamiento que le están afectando y le generan malestar. Esto es fundamental, ya que solo se puede cambiar lo que se detecta.
• Después toca enfrentarse a estos pensamientos o supuestos erróneos. Hay que enfrentarlos a la realidad, ayudados por el terapeuta. Se busca cambiar esas realidades inamovibles en hipótesis que se puedan comprobar.
• Una vez aprendido el método, el paciente tendrá que llevar este proceso a su vida cotidiana. Inicialmente, se consigue a través de tareas que el terapeuta manda al paciente entre sesión y sesión. Si este trabajo se hace correctamente, el aprendizaje se generalizará al resto de situaciones que afronte en su vida.

Como ves, es factible poder trabajar esos pensamientos que te arruinan el día y que no se basan en realidades, sino en errores de procesamiento. A esta técnica se le llama reestructuración cognitiva.

Las distorsiones cognitivas y la realidad

Una parte de los pensamientos que tenemos las personas son automáticos y otros tienen errores en el procesamiento de la información. No hay que creerse todo lo que pasa por nuestra cabeza. Las distorsiones cognitivas hacen que nuestra percepción del mundo sea catastrófica y que nos provoque sufrimiento sin que, necesariamente, haya motivos para ello.

Lo bueno es que esos pensamientos se pueden trabajar y enfrentar a la realidad, evitando que pueden llegar a ocasionarnos un trastorno psicológico. En Eira fisio estamos dispuestos a ayudarte y a que tengas una mejor relación con tu mundo interno y, por ende, con tu mundo externo.